El niño derramó la leche, y su mamá le ordenó que limpiara con el trapeador, el cual estaba en el patio.
El niño abrió la puerta, y la mamá se percató de que él tenía miedo, y ella le dijo cariñosamente:
- No temas, hijo. Dios está en todas partes, inclusive en la oscuridad de la noche. Entonces el niño gritó hacia el patio:
- ¡Dios! ¡Me pasas el trapeador por favor!
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