Resulta que para entrar al cielo, había una entrada para hombres y una para mujeres.

Por la entrada de hombres, había dos puertas, una con un letrero que decía: "MI MUJER MANDABA EN MI CASA"; y otra con  un letrero que decía "YO MANDABA EN MI CASA". Y como es de
suponerse, en la primera puerta, había una cantidad enorme de
hombres esperando, mientras que en la segunda puerta, no había
nadie. Hasta que de repente, al llegar al cielo, uno de los
interesados por pasar, tomó la opción de entrar por la segunda
puerta. Todos los presentes se sorprendieron muchísimo, y
cuchicheaban entre sí, hasta que por fin alguien se animó a ir a
preguntarle al recién llegado el por que había elegido esa puerta,
a lo que el hombre respondió: - " Es que mi mujer me dijo que me
formara aquí".

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